CONVERSATORIO ACADEMIA DE GUERRA NAVAL
INVITADO: Pablo Ortúzar, antropólogo social
FECHA: 26 de marzo del 2021
TEMÁTICA GENERAL: Actualidad nacional
Nota: las respuestas a las preguntas indicadas en negrilla no corresponden a una transcripción, sino que a un resumen de lo expresado por el entrevistado. Este conversatorio corresponde a una actividad de extensión de índole académica. Las opiniones vertidas por los participantes no representan de ninguna forma la posición de la Armada de Chile.
Su opinión sobre el escenario general del espectro político actual. Apreciación sobre ciertos actores. Continuidad y degradación del pensamiento político central del conglomerado político “la derecha” de los últimos 50 años:
Incapacidad para renovar un ideario. 20 años fuera del poder. Transición dirigida por la concertación. Dificultad de los conglomerados políticos de pensar y al mismo tiempo gobernar. Estos se forman y diseñan sus proyectos cuando no están en el poder, de manera que al asumir el poder aplican lo que ya estaba estudiado y diseñado. En el caso de la derecha que formó parte del gobierno militar, la izquierda generó su ideario y se preparó para gobernar en los 20 años siguientes. La derecha en cambio pasó estos 20 años defendiendo la institucionalidad heredada del gobierno militar. Llega al gobierno cuando se derrumba la concertación y sin un proyecto político, sin visión política ni estrategia. Esto produce desorden.
¿Cómo ve a la izquierda en este momento?
La izquierda está muy agotada. Interesante de estudiar a la concertación en los 80, la gente que se preparó para asumir el gobierno. Ese esfuerzo no se mantuvo y por eso se agotó. El intercambio Bachelet – Piñera ha sido muy complicado y muy malo en conducción política porque no hay equipos, no hay proyectos, no hay lealtad ni horizontes bien trabajados.
¿No hubo renovación del pensamiento de la izquierda?
No, al revés, la izquierda ha vivido una regresión a los años 60. Estatismo, contra la Concertación, vacío y show de popularidad. Solo tiene capacidad de comunicar bien pero no de gobernar, no tiene equipo ni proyecto. Sin líderes ni dirigentes ni una organización para coordinar las acciones durante el estallido social. Visiones políticas egoístas y corrosivas que nadie está dispuesto a sacrificar nada por nadie.
Entrando más a esta crisis política-social, ¿qué cree del sujeto soberano y cómo se ha desarrollado en esta crisis?
La crisis tiene mucho de contingente, como todas estas crisis, pero también aspectos estructurales. Las crisis explotan por elementos que creemos poco importantes y alcanzan magnitudes inesperadas. La impericia del gobierno le echó mucha bencina al estallido. Pero una cosa es el estallido y lo otro es la crisis, que es estructural (desajuste entre la estructura social y la estructura institucional). El tránsito desde un 50% de pobreza y una pequeña clase media a una pequeña pobreza y gran clase media ha producido un tremendo cambio, hacia un país mucho mas democrático y estable. Esa sobre estabilización empezó a jugar en contra. Esto es como las placas teutónicas, acumulan presión hasta que explotan. Para evitar aquello se requiere realizar reformas en forma periódica. El punto de explosión del 18 de octubre se debió a varios factores. Uno de ellos fue el muy mal manejo de la autoridad política cuando se usan fuerzas especiales de Carabineros para reprimir una manifestación dentro del metro. El ataque al metro lo considero un ataque terrorista de alta envergadura.
¿Eventual salida de esta crisis política y social?
Complicado porque se necesita más claridad y conducción política, lo que no hay, porque tenemos dos conglomerados políticos agotados y sin horizontes claros. Los posibles avances no van a ser rápidos. Todos hablan de un estado social solidario y que cubra las capas medias, las que no tienen protección. Una vez que sales de la pobreza quedas en tierra de nadie. La discusión no logra centrarse en temas estructurales y de mayor importancia.
Hoy día los conglomerados políticos tienen serios problemas para generar contenidos programáticos. Es cosa de ver a los precandidatos presidenciales. Lo que han puesto sobre la mesa es de una miseria profunda. Boric presenta una propuesta minúscula en tema de empresa y abre un debate gigante. Ahí nos damos cuenta que ninguno de ellos ha puesto algo sustantivo sobre la mesa.
Siguiendo un poco en la línea de la crisis social y la explosión de octubre del 2019, queda la sensación que la culpa es del pacto social. ¿Cómo y quién cree que condujo a la opinión pública a instalar este diagnóstico que la causa basal de la crisis es el incumplimiento de un pacto social?
Cuando queda la embarrada no se sabe a quien culpar y la culpa es de todos. La idea es que hay que reconfigurar el pacto social en bien de todos y de la política. El reajuste del vínculo entre lo estructural y lo institucional se podría denominar nuevo pacto social. El poder político en el país se encuentra muy dañado y debilitado entonces vivimos una etapa complicada.
¿Más estado es mejor para el votante?
Esto tiene que ver con la constitución del 25 donde se crea un estado de bienestar para los funcionarios estatales y FF.AA. Mucha gente piensa que esos privilegios podrían expandirse al 80% de la población, lo cual es falso, no tenemos esa capacidad económica. Mejorar el estado demorará años y requiere de compromisos políticos entre generaciones. No se construye de la noche a la mañana. Para ello necesitamos políticos con legitimidad y valientes para decir la verdad y no prometer cosas que no se podrán cumplir. La gente lo aceptaría. Somos un país en que la clase media ha crecido al alero del mercado. Creo que hay una base para poder avanzar en construir un proyecto político que sea legítimo y creíble.
Respecto de la autoridad, autoridad política, etc. ¿Cómo estamos hoy con la legitimidad de la autoridad?
El libro que escribí “El poder del poder”, habla sobre la legitimidad que es el corazón del problema político. Uno de los problemas que visualizo en el horizonte es que cuando han existido crisis de legitimidad, esos problemas se han solucionado a través de la violencia. La violencia refunda los pactos sociales, devuelve la unidad a los pactos políticos y legitima a sus autoridades. Las fuentes de la legitimidad a través de la historia siempre han estado vinculadas con guerras y si no con violencia. Tenemos el desafío de tratar de reconstruir autoridades y legitimidad política por medios que no sean violentos, lo que no es fácil, es excepcional. Estamos metidos en un problema que puede empeorar y puede empeorar mucho si no buscamos caminos de solución.
¿Cómo visualizas la relación civil-militar de los últimos 50 años? ¿Cómo la vez en la actualidad?
Este es un temazo. No lo he estudiado en profundidad. Durante el gobierno militar se vivió un agotamiento institucional porque a las FF.AA. les tocó hacerse cargo de gobernar, lo que es agotador. Se comprometen los símbolos institucionales que son los de la patria. Por esa razón hoy los jóvenes de izquierda buscan otros símbolos, como la bandera mapuche, lo que antes no se veía. Después del gobierno militar viene un largo reacomodo en la relación entre el poder civil y el poder militar que ha tenido altos y bajos y ha sido complicado, por el tema DDHH y el desentendimiento de la derecha política que apoyó al gobierno militar. Hoy día cuando pienso en las FF.AA. es difícil entender donde están. El país se ha ido moviendo en una dirección muy ingenua. Relaciones internacionales, resguardo del territorio, etc.
¿Desde su perspectiva, cómo la sociedad mira a las FF.AA. y a la Marina en particular?
Hay distancia de la sociedad en general respecto del mundo de las FF.AA.. Hoy la discusión post gobierno militar está muy lejos del debate público. Los políticos en general no tocan el tema de las FF.AA. ni hay debates estratégicos ni geopolíticos. Aquí hay un problema. Con el actual gobierno ha quedado claro el desconocimiento y la incomprensión de las FF.AA., como funcionan, para qué sirven. El caso de la Marina es distinto. Es la rama que mantiene mayores vínculos con las élites más tradicionales del país y en ese sentido tiene una valoración especial. Respecto del Ejército, los casos de corrupción lo han golpeado muy fuerte.
¿Cómo se puede captar la atención y cómo acercarnos a las élites?
En parte no es malo una ausencia después de una época demasiado intensa. Pero sí es malo que la clase política y la opinión pública olvide el rol de las FF.AA. y los desafíos geopolíticos que tiene el país. Las flotas piratas chinas que andan saqueando los mares del mundo y otros temas. No hay un discurso público con el rol de las FF.AA. y la estrategia geopolítica. Esto es peligroso porque van quedando de lado y sin energía. Una de las cosas que me han llamado mucho la atención es el empleo del buque hospital en apoyo a las comunidades aisladas. Programas de pasantías y mostrar lo que se está haciendo es un buen mecanismo para acercar la Marina a la ciudadanía. Un aspecto clave es acercar a los jóvenes con programas que los acerque al mundo militar, ya que no están haciendo el servicio militar. Los temas de la Academia de Guerra Naval son parte de la teoría política y ello también es importante tener actividad y participación.
Cayendo a un tema de bastante contingencia y que es debate hoy en día; la violencia y el conflicto en la Araucanía, ¿qué recomienda como una solución estable y a largo plazo, reconociendo la complejidad de ello?
El desafío en la Araucanía es principalmente político, a pesar que los niveles de violencia registrados son cada vez mayores. El empleo de fuerza militar es muy complicado. Como el civil sabe esto, actúa sin ningún temor ni respeto por la autoridad. En el caso de los mapuches, estos no tienen una unidad política, nunca la han tenido y por eso que es tan complicado. Se necesita construir puentes con los no violentos e ir aislando y acotando el conflicto. Para contenerlo las medidas deben ser políticas y no de fuerza. Hay que darle tiempo y trabajo para solucionar el problema planteado. Este conflicto nadie lo está tomando en serio. Requiere una atención especial de muchos años y muchos recursos, la pregunta es si hay disposición o no.
Estamos de acuerdo que el problema es político; ¿qué pasa cuando las visiones políticas son contrapuestas?
Hay mucha gente que cree que no hay ninguna deuda con los mapuches. El problema que veo es una sociedad con cultura e idioma propio reducida a la pobreza, sus tierras ocupadas a la fuerza, etc. Los efectos de esto se siguen registrando a lo largo del tiempo. Por eso se habla de una necesidad de reparar. La forma de reparación es muy complicada porque el daño que se hizo es enorme, se estropeó una sociedad. Además, pienso que el estado en la Araucanía no se encuentra en forma, la soberanía no se encuentra en forma. Arreglar esto es un desafío político.